viernes, 18 de noviembre de 2011

El deleite en el matrimonio







El matrimonio, fundamento de la sociedad.
El deleite en el matrimonio.-
Por: Pastor Guillermo Watts R.

Cuando escuchamos hablar del matrimonio, la mayoría de los comentarios resultan ser negativos. Y ciertamente, debido a nuestro pecado, el matrimonio conlleva aflicción como nos dice el apóstol en (1 Corintios 7:28). El mismo hecho de estar unidas dos personas con distintos caracteres, distintas costumbres, distintas maneras de pensar, trae consigo el roce entre sí y que se ofendan mutuamente. Y de  manera obligada  habrá aflicción.

Mientras la pareja no logre acoplarse, existirá el hecho innegable de la aflicción en el matrimonio. Sin embargo, aunque haya sufrimiento, mayor es el deleite que se experimenta si el Espíritu de Dios está presente en la relación matrimonial.

Ahora bien, decir que el matrimonio es solo aflicción, dolor,  amargura…es definirlo como un fracaso, como algo infuncional, que no vale la pena.  Eso llevaría a pensar que la unión carnal sin compromiso, o amor libre  es la mejor.
A través de la Biblia veremos que si hacemos lo que Dios dice, el matrimonio puede ser una experiencia placentera.  Lamentablemente muchos matrimonios han perdido su brillo original y han quedado reducidos a un relación por resignación; una relación que permanece por otras muchas razones, menos por el amor y mutuo deleite que encuentra el uno en el otro.

Según la Biblia, de no ser por el pecado, el matrimonio fuera una delicia perfecta. Dice el rey Salomón:
 Sea bendito tu manantial, Y alégrate con la mujer de tu juventud, Como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, Y en su amor recréate siempre.” (Proverbios 5:18-19)

El Señor manda especialmente al varón a que tenga como fuente de placer a su propia esposa. Esto en contraposición a la búsqueda de placer en otra fuente.

Estos versículos establecen dos principios principalmente:

 1.- Las caricias de ella, el cariño que la mujer de tu juventud te ofrece, te sean suficientes, encuentres en ella satisfacción (v19).

Esto es en contraposición al varón que entiende que su compañera o lo que ella le ofrece es insuficiente.

2.- el varón debe alegrarse con su mujer (v18). La alegría o el disfrute matrimonial es parte del plan de Dios para el matrimonio antes de que el pecado entrara en el mundo.

Antes de la alegría y el gozo en el matrimonio; debe haber una alta estima por lo que es la compañera.

De lo que signifique ella para el varón dependerá su alegría o su tristeza.

“El que halló esposa halló el bien, y alcanzó la benevolencia de Jehová (Proverbios 18:22)

Este verso enseña que el varón debe ver a su esposa como una muestra de la bondad de Dios, Él en su bondad le concedió esa compañera. Aun con sus defectos. Aunque también tiene virtudes, que fueron las que te atrajeron a ella entre todas las demás.

Ahora, en la Biblia se habla de una mujer virtuosa, es aquella mujer que se ocupa en darle forma a su carácter, entiendo que a esta mujer se refiere Salomón.

La mujer virtuosa corona es de su marido: más la  mala es como carcoma en su huesos (Proverbios 12:4).

La corona es un símbolo de la exaltación y la honra que da Dios a una persona. Esto es la mujer virtuosa o buena para su marido; pero la mala es como carcoma.
 
En otras palabras, la alegría y el gozo, la estabilidad y la duración del matrimonio tienen mucho que ver con el hecho de que cada cónyuge trabaje con su propio carácter. Comúnmente nosotros arreglamos con esmero nuestra apariencia física, pero olvidamos cultivar nuestro carácter. Es por eso que cuando el atractivo físico deja de ocupar el centro en una relación, empieza a sobresalir entonces el carácter, la belleza o la fealdad interior.

Pero volvamos al disfrute en el matrimonio: Dios quiere alegría en el matrimonio, que el uno encuentre deleite en  el otro.

Goza de la vida con la mujer que amas,  todos los días de la vida de tu vanidad que te son dados debajo del sol,  todos los días de tu vanidad;  porque esta es tu parte en la vida,  y en tu trabajo con que te afanas debajo del sol.”       (Eclesiastés 9:9)

Siempre que el gozo y deleite de una pareja sea dentro de la voluntad de Dios, es bueno, y por tanto se nos estimula al disfrute. Eclesiastés es uno de los libros que más exhorta a disfrutar a la pareja de aquello que Dios le ha dado.

2.- “Hijo de hombre, he aquí que yo te quito de golpe el deleite de tus ojos;… Hablé al pueblo por la mañana,  y a la tarde murió mi mujer;  y a la mañana hice como me fue mandado.” (Ezequiel 24:16 y 18)

Aquí Dios se refiere a la esposa de Ezequiel. Aquella perla de alto precio que satisfacía sus ojos, Dios le iba a llamar a  su presencia.

Implícitamente es una exhortación a que el disfrute esté dentro de la voluntad de Dios, pero dentro del matrimonio.
Estoy cierto de que el Evangelio y la gracia de Cristo pueden salvar a muchos matrimonios. Como fue Dios quien lo diseñó, Él sabe cómo funciona.

Este verso del libro de Ezequiel nos deja ver cómo era el matrimonio del profeta, veamos:

Cuando dice de su mujer que era el deleite de los ojos de su marido, Ezequiel está dejando  ver que su esposa no descuidaba su aspecto físico a pesar de los años.
Parte de lo que es cultivar la relación matrimonial es el cuidado físico, aunque ya dijimos que no es lo único en una persona, sin embargo, lo físico atrajo inicialmente a la pareja y por tanto debe cuidarse.

“… la casada tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido” (1Corintios 7:34).

Quiere decir que al vestirse, o peinarse, la casada debe hacerlo con la intención de que el marido encuentre agrado en ella. El afán de este siglo no debe robar a la pareja.

Porque si la debilidad femenina se encuentra en los oídos, la del varón está en los ojos. Una relación matrimonial que procura ser deleitosa es aquella donde hay palabras de halagos o piropos a la mujer y la mujer procura que los ojos de su marido encuentren deleite en ella.

El varón, de su lado, debe buscar este deleite no en la extraña que trata de impresionar; sino en su cónyuge.

Algo más: cuando el Señor le dice a Ezequiel: “…te quito de golpe el deleite de tus ojos” nos da a entender que Ezequiel tomaba tiempo para el disfrute de su vida conyugal. La palabra hebrea traducida: “deleite”, significa: cosa agradable, hermosa. Eso era la esposa del profeta para él.

Deseo llamar la atención hacia otro aspecto del deleite. El deleite en la pareja no termina en lo físico. Uno se deleita en la persona de su cónyuge al compartir con ella como nuestra pareja.

Cuando la belleza física desaparece por los años, la belleza interior que se ha estado cultivando, surge como una flor.

Si somos capaces de cerrar las puertas a la lujuria y al orgullo y abrirlas al amor y la santidad, veremos que es posible disfrutar de la presencia de nuestro cónyuge que una vez tanto nos atrajo.

Aquellas personas que piensan que la variedad de parejas es más satisfactoria se darán cuenta que al final lo que encuentran es un sabor amargo.

Conclusión:
Si por la obediencia a los principios de Dios sazonamos nuestra relación matrimonial, en ella encontraremos todo cuanto necesitamos y buscamos en una pareja y por tanto el matrimonio se mantendrá libre de infidelidad y será deleitoso. Siempre será mejor construir una relación placentera con nuestro cónyuge que empezar una y otra vez con otra persona.

 Los pleitos, celos, discusiones, excesiva vigilancia, enojos continuos y prolongados, etc., nunca han sido un método efectivo para formar un buen matrimonio, nunca han contribuido ni lo harán, al bienestar del matrimonio; estos recursos son incapaces de hacer que la pareja se enamore más del otro, al contrario convierten la relación en algo insoportable y amargo. 

Para finalizar, no olvides: las ofensas sin perdonar impiden que hallemos deleite en nuestro cónyuge.

Todo aquel que da un paso adelante para compartir su vida con otra persona, sepa que vivirá con un pecador o pecadora. Y si el matrimonio es entre cristianos serán dos pecadores arrepentidos, pero pecadores al fin. Ambos se ofenderán y ambos se tendrán que perdonar como ordena el Señor para poder mantener la relación y disfrutar de ella.

Cuando guardamos un registro de las ofensas, nuestra vida se torna amarga y también dañamos la vida de aquellos que nos rodean. El apóstol Pedro dice:

 Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor;  porque el amor cubrirá multitud de pecados(1Pedro 4:8).

El amor borra todo el expediente contra el acusado cónyuge. El amor cubre multitud de faltas entre casados.


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